El debate acerca de los días en Romanos 14.
En Romanos 14, Pablo nos informa que algunos establecían diferencias en cuanto a la observancia de ciertos días; mientras que, en la opinión de otros, todos los días eran iguales (Rom. 14:5, 6). Para resolver el conflicto, Pablo demanda la tolerancia de ambos grupos, exhortándolos a respetar la opinión del otro (Rom. 14:5-13).
Es curioso que, aunque en ningún momento Pablo señala que el día en cuestión es el sábado, algunos sugieran esta asociación. Así, concluyen que la observancia del día de reposo es un asunto personal y no un mandato divino. Los invito a evaluar los méritos de esta interpretación en el contexto de Romanos 14.
En versículos anteriores, Pablo relata que los protagonistas de la disputa componían dos bandos contrapuestos: los débiles y los fuertes (Rom. 14:1-4). La principal cuestión que dividía a estos dos grupos se centraba en la abstinencia o no de ciertos alimentos y bebidas (Rom. 14:2, 3). Dado que Pablo no adopta una posición explícita y, en cambio, aconseja que ambos grupos sean flexibles en su trato mutuo, se plantea que Pablo sostenía que las leyes dietéticas de Levítico 11 habían sido derogadas.
Para respaldar la inclusión del sábado en la expresión “día” (en Rom. 14:5, 6), se argumenta que Pablo —al hacer referencia a prácticas judías relacionadas con la comida— sigue un patrón de pensamiento similar al incorporar implícitamente el sábado semanal como una ley judía.
Es importante destacar que este tipo de lectura se basa en la suposición de que el conflicto entre los débiles y los fuertes implica una distinción explícita entre alimentos limpios y puros. Sin embargo, esta idea pierde su relevancia cuando se considera la presencia del vino y la mención de vegetales, lo que desvía el énfasis en otra dirección (Rom. 14:2, 21). Esta interpretación, además, implicaría que Pablo ha desechado al menos uno de los Diez Mandamientos, afirmación que contradeciría el uso que Pablo hace de la Ley en Romanos (ver 7:12, 14; 13:8-10).
Por otro lado, Pablo ni siquiera menciona la palabra “sábado” en Romanos 14, lo que significa que la inclusión que algunos hacen de este término en el pasaje consiste en una imposición ideológica ajena a lo que el texto en sí mismo expone.
Prestemos atención a la argumentación de Pablo. Según él, aquel que otorga importancia a un día específico lo hace en honor al Señor, y aquel que come o se abstiene lo hace en agradecimiento a Dios (Rom. 14:6). Entonces, para Pablo, el conflicto gira en torno a la comida; y se centra en determinar cuál sería el mejor día para que el creyente practicara el ayuno.
De esta manera, Pablo no busca derogar el sábado. El deseo del apóstol, como él mismo lo ha dicho, es que ambas facciones (es decir, los débiles y los fuertes) encontraran respeto mutuo en medio de sus diferencias con relación a cuáles serían los días correctos para ayunar.
En la parábola del fariseo y el publicano, Jesús menciona que el fariseo ayunaba dos veces por semana (Luc. 18:12), lo que se cree que era una referencia al lunes y al jueves. La Didajé, un documento escrito por autores cristianos a finales del siglo I d. C., parece respaldar esta idea, ya que en ella se exhorta a los creyentes a no imitar a los hipócritas que ayunan los lunes y los jueves. En su lugar, la Didajé los insta a ayunar los miércoles y los viernes (Didajé 8.1). Esto explicaría el problema de conciencia que tenían los débiles en relación con “los días” y la indiferencia de los fuertes, para quienes “los días” no marcaban ninguna diferencia.
En conclusión, Romanos 14 no aboga por la abolición del sábado, ya que este capítulo trata de cuestiones relacionadas con normas cristianas que están bajo disputa.
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