LIDERAR A LOS JÓVENES HOY

Liderar a los jóvenes

10 junio, 2019

La formación de líderes siempre fue una marca registrada del Ministerio Joven de la Iglesia Adventista. Los tiempos y el perfil de los jóvenes han cambiado rápidamente en los últimos años, y por esta y otras razones se ha vuelto imprescindible tener un manual que auxilie a todo el ejército que está liderando a la juventud adventista. Este manual pretende ser una guía de orientación, un material de consultas y un norte claro a la hora de planificar y ejecutar los proyectos del Ministerio Joven. El manual contiene, en líneas generales, cómo crear y liderar el Ministerio Joven en tiempos actuales. Es su intención, también, promover la creatividad y la innovación de los líderes en sus comunidades locales.

Este importante compendio contiene el Programa de Desarrollo de Líderes (PDL JA). A través de los diez capítulos, el líder se sumergirá en una jornada de aprendizaje y perfeccionamiento de sus dones. Estos capítulos tienen como objetivo fomentar las diez competencias que deben ser desarrolladas por el liderazgo joven en Sudamérica.

Para un mejor aprovechamiento del contenido de este material, estará totalmente disponible en la página: liderja.adventistas.org/es.

En ese espacio virtual, también estarán disponibles videoaulas, presentaciones y diversos recursos de apoyo para el líder JA. Además, será posible acceder a este material a través de la aplicación: “Líder JA” y seguir las diferentes redes sociales del Ministerio Joven para la actualización de contenidos relacionados con el liderazgo JA.

Frente a los desafíos del liderazgo joven, es vital que los dirigentes de iglesia conozcan el material con profundidad, a fin de atender y apoyar de manera más expresiva las iniciativas de esta área. A continuación, presento la visión general del Ministerio Joven, que establece un marco importante para liderar jóvenes en estos días.

Siempre ha existido una preocupación genuina por la espiritualidad y el futuro de los jóvenes. Hoy, con todo el cambio cultural traído por la revolución tecnológica, los padres y los líderes de la iglesia se preocupan aún más por la vida espiritual de la juventud. Mientras que muchos dicen que la juventud está perdida, otros creen en el gran potencial que esta generación tiene. La Iglesia Adventista también está atenta a los cambios y las exigencias del mundo contemporáneo. Una prueba de ello es la transmisión de valores a las nuevas generaciones, que es uno de los cuatro énfasis de la iglesia sudamericana en este quinquenio.

Como director de Jóvenes, a menudo me preguntan cómo podemos enfrentar los principales desafíos de la juventud, y lo que podemos soñar para ellos y con ellos. Veo a nuestra juventud como un gran ejército del bien, jóvenes curiosos, conectados, proactivos, disconformes con las injusticias y en contra de la hipocresía. Todo eso hace que esta generación tenga un superpotencial para involucrarse en grandes movimientos en favor del prójimo.

Por eso, como iglesia, debemos seguir animando a cada joven a abrazar el ideal de servicio y relacionar este movimiento de servicio en el impulso que es consecuencia de una íntima relación diaria con Dios por medio de la oración y del estudio de la Biblia y la lección de la Escuela Sabática. Creo que el “ser” siempre antecede al “hacer”.

Esta vida devocional que mueve a los jóvenes hacia la acción puede ser estimulada por medio de encuentros semanales y presenciales, en los cuales la vida en comunidad pueda ser puesta en práctica. La llegada de las redes sociales y el uso intenso que los jóvenes hacen de ellas demuestran la sed de esta generación por formar relaciones. No necesitamos salir de Internet, sino que debemos intensificar los encuentros “cara a cara”. En ellos, las relaciones se profundizan y los dones se desarrollan. Con una fuerte COMUNIÓN diaria y RELACIONES saludables, el compromiso con la MISIÓN será algo natural.

Son grandes los desafíos de ministrar a los jóvenes. Uno de los principales es cambiar la cultura de consumo de programas por el compromiso en proyectos de corta y larga duración, especialmente teniendo como objetivo la comunidad fuera de la iglesia. Además del impacto social y evangelizador, los proyectos de MISIÓN transforman la mentalidad de los voluntarios al colocarlos directamente en el campo misionero. Así, los jóvenes descubren que trabajar por la salvación del prójimo los acerca a Jesús. Regresan con un amor hacia el prójimo renovado, son más generosos y parecidos a Cristo.

Por otro lado, los eventos también tienen su espacio, no como un fin en sí mismos, sino como partes de un todo; como momentos de celebración e inspiración que sirven para mostrar lo que Dios ha hecho por medio de los jóvenes y que motive a otros a comprometerse a ser testigos de lo que él puede hacer en su vida. En ese sentido, es importante ver a los jóvenes como protagonistas en la MISIÓN de la iglesia, y no como meros espectadores. Si nuestra atención central está en la MISIÓN, la balanza entre eventos y proyectos duraderos estará equilibrada en la dinámica de la congregación local.

El requisito esencial para el liderazgo del Ministerio Joven es ser y hacer discípulos. Se trata de un proceso cuidadoso en el que un grupo de jóvenes es aconsejado y conducido por alguien con más experiencia, que lleva marcas más profundas de la trayectoria cristiana. Para alcanzar ese objetivo, queremos tener más líderes preparados para influir en esta generación; que osen usar nuevos métodos con un lenguaje más actual, pero sin perder lo esencial. De la misma forma, queremos que encaren el discipulado uno a uno y en pequeñas comunidades, como un acto indispensable para el pastorado intencional que genera transformación.

Los altos índices de apostasía entre los jóvenes son una realidad en el contexto adventista alrededor del mundo. La iglesia necesita movilizar sus fuerzas para solucionar ese problema. Por lo tanto, el discipulado de las nuevas generaciones no puede ser considerado una tarea meramente institucional. Indudablemente, este es un desafío colectivo de la iglesia, pero va incluso más allá: es una responsabilidad personal. El discipulado es artesanal y personal, no se puede hacer “al por mayor”, como decreto o documento. Involucra a pocas personas.

Entendemos que la marca más grande de un discípulo de Cristo es el amor (Juan 13:35), y cuando este don de Dios se manifiesta en la vida de alguien, desborda hacia otros. Por eso, el discipulado con las nuevas generaciones solo será efectivo cuando el amor por los jóvenes sea mayor que nuestros propios intereses. RA

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2 Comentarios

  1. Eddy Cristian Calle Calsina

    Esta en manos de todos nosotros, cambiar esta realidad y trabajar por nuestra juventud que, día a día viven indefensos en el mundo.

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  2. Enry

    Es terrible el privilegio pero también la responsabilidad que los líderes tenemos en nuestras manos. Dar soporte, guiar y lograr que los jóvenes utilicen su gran potencial y creatividad para «La Misión» sin dudas, va a dejar una marca imborrable en sus vidas y va a conquistar el mundo para Cristo. Ir de rodillas al Señor cada día y materiales como este, son los dos elementos principales para lograrlo. Lo recomiendo.
    Enry Córdoba, Coordinador de jóvenes en Buenos Aires y Coordinador del programa Vida por Vidas.

    Responder

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