HIPERTENSIÓN ARTERIAL

22 marzo, 2016

Al conocer que alrededor del 30% de la población mundial sufre de hipertensión arterial y que esta es responsable, en gran medida, de las enfermedades cardiovasculares, debemos aprender más acerca de esta patología y tomar los recaudos necesarios para prevenirla. Se calcula que en las personas hipertensas sin tratamiento está reducida su esperanza de vida entre diez y veinte años.

¿Cómo es que la presión arterial elevada puede producir un daño tan grande? Cuando hay presión arterial elevada, el corazón, al ser una bomba formada por un músculo (el músculo cardíaco), requiere realizar mayor esfuerzo para impulsar la sangre a través de las arterias. Al ser forzado permanentemente, tiende a aumentar su tamaño. A esto se le llama “hipertrofia”.

salud-hipertension2Esto es inherente a todos los músculos de nuestro organismo, los cuales al ser exigidos en forma periódica se hipertrofian. La situación parece saludable y hasta estética; pero en el corazón, creado para trabajar con una presión normal, por ese esfuerzo sostenido e interminable se transforma de un músculo estético a un corazón agrandado y agotado. Las arterias, por las cuales transita el fluido vital, no son ajenas a los cambios de presión, produciendo dos fenómenos opuestos:

La formación de aneurismas, que son dilataciones de los vasos con riesgo de ruptura, produciendo hemorragias cerebrales, abdominales y torácicas.

La arterioesclerosis, unos cambios obstructivos en los vasos que tienden a disminuir su diámetro interno, reduciendo el flujo de sangre o favoreciendo las obstrucciones, lo cual deriva en infartos.

Imagina el cerebro afectado por múltiples pequeñas lesiones a lo largo de décadas de nuestra vida, y sus consecuencias sobre la capacidad de razonamiento cuando ya ha muerto una gran cantidad de neuronas por este motivo. Lo mismo ocurre en la retina, alterando la visión, y en los riñones, pudiendo ser causa de insuficiencia renal crónica. Nos encontramos frente a un mecanismo tan complejo que actualmente está en continuo estudio y revisión por los científicos.

También son múltiples las causas de la hipertensión. Se han descrito distintas maneras en que se produce, y son todas válidas. Esto nos habla de que existen muchos factores que la favorecen.

Para prevenir la hipertensión arterial se debe empezar por realizar un control de la presión arterial. Si la presión obtenida es mayor a 140/90, se debe recurrir a un médico para realizar los controles pertinentes, y si el profesional lo considera necesario le indicará la medicación que debe tomar hasta evaluarlo nuevamente.

salud-hipertension1No es del agrado de la mayoría de las personas tener que tomar un remedio, menos cuando este debe ser tomado de por vida; pero si consideramos que dicha medicación puede extender entre diez y veinte años nuestra vida y ayudarnos a evitar infartos y hemorragias, considero que vale la pena el sacrificio cotidiano.

¿Podemos controlar nuestra presión arterial solo con los cambios en el estilo de vida? Como esta enfermedad depende de muchos factores, no siempre se logra tener una presión normal sin tomar medicación. Recomiendo ser precavidos al respecto. Toda modificación que podamos realizar guiados por los principios de salud adventista es válida, pero no nos exime de sufrir una enfermedad, y rechazar un fármaco puede ubicarnos en un riesgo no acepto por nuestro Creador. Él desea nuestra salud y felicidad, y si tenemos a nuestro alcance el tratamiento para reducir la enfermedad debemos utilizarlo, bajo supervisión médica, para evitar serios problemas.

En el Salmo 7:9 leemos: “El Dios justo prueba los corazones y los riñones” (RVR 1909). En versiones más modernas, dice: “El Dios justo prueba la mente y el corazón”. Él sabe cómo se encuentra tu salud. Pero sobre todo conoce tus pensamientos y los prueba. Él te desafía a cuidar de tu salud con el fin de poder mostrar a otros el gran amor de Dios. Este es un don que te ha dado, y tú puedes, junto con Cristo, ser una herramienta útil para su causa. RA

Este artículo ha sido redactado con la colaboración y el asesoramiento del Dr. Daniel Yáñez, médico cardiólogo del Centro de Vida Sana y del Sanatorio Adventista del Plata, y Vicedirector de la Carrera de Medicina de la Universidad Adventista del Plata, Rep. Argentina.

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