MANO A MANO CON RUBÉN DEL RÉ

14 diciembre, 2015

“LOS ANIMO A PONER LA BIBLIA EN EL CENTRO DE LOS HOGARES”

[highlight ]Fue un CEO de importantes empresas multinacionales, pero cambió sus perspectivas para convertirse en el director de Sociedad Bíblica Argentina. Así, impulsó un sueño: imprimir y repartir millones de Biblias. En este mes, Rubén del Ré.[/highlight]

La Biblia es el Libro de los libros. Durante siglos y con distintos formatos, los ejemplares de la Palabra de Dios han sido reproducidos, custodiados, escondidos, difundidos, regalados, vendidos, valorados… Tal es así que en 1804 se fundó en Londres la Sociedad Bíblica Británica y extranjera, con el objetivo de incrementar la disponibilidad de las Sagradas Escrituras en Inglaterra y en Gales. Pero no fue esta la única nación en la cual surgió ese sueño. En otros países se establecieron sociedades bíblicas con tales fines: En los Países Bajos (1814), en Estados Unidos (1816) y en Rusia (1821). En la Argentina, esta entidad se estableció en 1825 y tiene como meta (tal cual lo describe Rubén del Ré) “traducir, publicar, difundir y exaltar la Palabra de Dios”. Todo esto con un propósito: “Queremos que toda la gente y en todo lugar se encuentre con Dios y con su hijo Jesucristo a través de la Biblia en el idioma que sabe y en formatos que favorezcan el entendimiento, y sin que el dinero sea un impedimento. Esa es nuestra misión”.

Revista Adventista (RA): ¿Cómo se establece esta sociedad bíblica aquí en la Argentina?

Rubén del Ré (RR): En 2015 cumplimos 190 años. Es una historia muy larga, son casi dos siglos. La Biblia llega a estas tierras sudamericanas cuando ni siquiera había iglesias cristianas. Pero vinieron hombres y mujeres dispuestos a pagar el precio de sembrar la palabra y sembrar sus propias vidas para que esa palabra pueda germinar y dar fruto.
Hasta 1800, la Biblia era un libro prohibido. La célula de la Inquisición (del rey de Felipe II) impedía el ingreso de Biblias en castellano a los puertos de las colonias (como el de Buenos Aires).
Pero en 1806, un hombre de negocios inglés que vino a Buenos Aires escribió una carta a la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, que se acababa de formar. Él relataba sobre la gran necesidad de Biblias que había en Sudamérica y solicitó un cargamento de ejemplares. Ese mismo año llegaron 609 Nuevos Testamentos en español (versión Reina-Valera). Por los conflictos entre Inglaterra y España, el cargamento no pudo entrar en Buenos Aires, y quedó en el Uruguay. No obstante, al tiempo, muchos de esos ejemplares desembocaron en la Argentina. Incluso uno de ellos llegó a las manos de Manuel Alberti, miembro de la Primera Junta de Gobierno que surge del Cabildo del 25 de mayo de 1810.
La historia sigue. En 1818 vino Diego Thompson, invitado por las autoridades argentinas, para comenzar con el sistema de educación lancasteriano, un método que permitía educar  a muchas personas con pocos maestros. Él fue un ferviente difusor y defensor de la Palabra de Dios. Utilizó la Biblia para enseñarles a leer y a escribir a los niños de la Argentina. Tanto es así que esas porciones de la Biblia eran impresas en la imprenta del Estado y a costo del Estado.
Gracias a Dios, luego de una gran resistencia a su Palabra en esta parte sur del continente (en la Argentina hasta hubo quema de Biblias en la Plaza de Mayo), ahora hasta se forma una Sociedad Bíblica.

RA: Y Sociedad Bíblica Argentina ¿es parte de Sociedades Bíblicas Unidas?

RR: Es una asociación civil que pertenece a las iglesias del país. Está afiliada a la fraternidad de las Sociedades Bíblicas Unidas, junto con otras 146 sociedades bíblicas de otros países del mundo. Todas perseguimos los mismos objetivos antes mencionados.

RA: Comencemos a detallar esos objetivos. Usted mencionó en primer lugar el tema de la traducción. ¿Qué importancia reviste esto?

RR: A veces la gente no imagina que la traducción es un factor clave. En la Argentina no solo tenemos la lengua española. Hay muchas lenguas autóctonas de pueblos originarios. Muchas de estas lenguas son ágrafas; o sea, no tienen escritura ya que son lenguas orales. Entonces, el hecho de que ahora tengan la Biblia en su idioma tiene un significado enorme no solo en el nivel espiritual sino también en el social y cultural. No es que ahora tienen la Biblia en su idioma, ahora tiene su idioma escrito gracias a la Biblia. Así, la Biblia ayuda a que se conserve la lengua y la cultura, a que los padres críen a sus hijos y lo hagan  en su idioma, y que puedan entender el mensaje de Dios en el idioma de su corazón.

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RA: ¿A cuántas (y cuáles son) lenguas de pueblos originarios se tradujo la Biblia?

RR: Luego de mucho esfuerzo, logramos llegar a siete lenguas. Los primeros en tener la Biblia completa fueron los Wichis, en 2002. En diciembre de 2014 le entregamos la Biblia entera en su idioma al pueblo de los Toba Qom. Fue una ceremonia muy emotiva en Fortín Lavalle, en la provincia del Chaco. Había representantes de la Iglesia Adventista allí también. Hasta ahora, entera o parte de ella, tenemos la Biblia traducida a toba qom, wichi, toba del oeste, pilagá, quichua santiagueno, chorrote y yagan.

RA: ¿Qué nos puede contar sobre el objetivo de publicar y difundir ejemplares de la Biblia y cómo la ACES se relaciona con esto?

RR: En 2011 hubo restricciones a la importación de libros y de Biblias en la Argentina. Eso representó un gran problema para nosotros, ya que el cien por ciento de las Biblias que vendíamos y distribuíamos eran importadas. El sustento de nuestra obra y misión viene de donaciones, pero, principalmente, por la venta de Biblias. Oramos y le pedimos a Dios que convirtiera esa dificultad en una oportunidad, en un beneficio para el evangelio y que la Biblia se difundiera como nunca. Así que, nos contactamos con la ACES para explorar la posibilidad de imprimir Biblias allí. Desde el comienzo, el entendimiento fue excelente.
En ese tiempo, para que tengan una idea, distribuíamos entre 150 mil y 170 mil Biblias misioneras al año. Eran Biblias económicas, que se regalaban o se vendían a precio muy bajo.   Una mañana, un colaborador mío dijo que no podía dormir por las noches porque lo asaltaba un sueño: repartir un millón de Biblias en los hogares argentinos. La idea era totalmente imposible: quería repartir diez veces más de ejemplares en una época en donde no podíamos importar ninguno. ¡Una locura! Sin embargo, oramos por esa “locura”. Y aquí apareció la ACES y esa posibilidad. Fue algo histórico. La ACES hizo un esfuerzo de calidad y en los costos. El proyecto se denominó 1M y comenzó en 2012, y ya completamos el millón de Biblias. Desde aquí, y sin dudas también desde la ACES, creemos que esa palabra sembrada traerá sus frutos.

RA: ¿Por qué la sociedad necesita la Biblia?

RR: Sin duda, la Palabra de Dios hace un aporte desde varios lugares: Hace un aporte a la cultura del país, a lo social y a la educación. La misma Biblia dice, en el Salmo 19:7, que hace sabio al sencillo. Pero, por sobre todas las cosas, el mayor aporte es presentarnos a Jesús. Lo que necesita la sociedad de hoy es encontrarse con la persona que Cristo. Él es el único que puede transformar verdaderamente al hombre. Ese es nuestro anhelo y nuestra misión.

RA: ¿Qué otros proyectos tiene la Sociedad Bíblica Argentina?

RR: Uno es continuar con 1M. Ahora se llama 1+; es decir, queremos imprimir un millón más de Biblias. Por otro lado, estamos con proyectos de traducción del Antiguo Testamento en toba del oeste. Las comunidades tobas han tenido su Nuevo Testamento en 2009, y ahora quieren la Biblia completa. Realizar este proyecto es cumplir una promesa hecha hace más de 150 años. Allen Gardiner fue un misionero cristiano que llegó a la Argentina en 1838 y trabajó difundiendo el cristianismo entre los pueblos originarios. Murió en 1851 en  la Isla Picton, en el Canal de Beagle, en el extremo sur del continente, víctima del frío, el hambre y la enfermedad. A inicios de 1851, Gardiner le escribió una carta a los caciques tobas prometiéndoles la traducción de la Biblia. Él no vivió para cumplir esa promesa. Por la gracia de Dios, ahora se cumple.

RA: Es decir, hubo un pueblo que tardó más de un siglo en tener la Biblia en su idioma, y nosotros que la tenemos a veces no la estudiamos ni la leemos…

RR: Justamente, es así. Por eso, también nuestra misión  es exaltar la Biblia; es decir, ponerla en alto. No solo dentro de la iglesia sino también en el mundo. Hay una tremenda necesidad de volver a la Palabra de Dios en todos lados, más que nada en la familia. Los animo a poner la Biblia en el centro de los hogares. Que la Biblia sea leía. Que el sonido de la Palabra de Dios este presente siempre en el hogar. Debemos reunirnos más alrededor de la Palabra de Dios en la mesa familiar. Uno sabe que cuando la familia se reúne alrededor de la Biblia se crea un clima tan lindo, una atmosfera de diálogo espiritual tan buena… A veces eso se reemplaza por otras cosas, que no necesariamente son malas pero que no tienen el valor de la Palabra de Dios, que es más valiosa que el oro y más que mucho oro afinado.
Por otro lado, creo que tenemos una tremenda necesidad no solo de leer la Biblia sino también de pensar desde la Biblia; es decir, desarrollar una cosmovisión bíblica. Entender el mundo, mi carrera, mi trabajo, mi familia, desde la Palabra de Dios.

RA: Tal vez esa cosmovisión bíblica lo llevó a aceptar este desafío de dirigir la Sociedad Bíblica Argentina y dejar otros trabajos que le podrían dar más beneficios económicos…

RR: Puede ser. Vengo de un hogar cristiano. Mi bisabuelo era misionero; mis abuelos, pastores; mis padres, también. Soy Contador Público y trabajé en muchas empresas internacionales, en el área de finanzas, pero siempre con un servicio activo en la iglesia donde me congrego. No obstante, estaba la pregunta: “¿Es esta la voluntad de Dios para mi vida?” Sé que uno puede servir a Dios desde cualquier lugar, pero cuando en 2011 me propusieron este desafío entendí que era el plan divino. Desde luego, lo conversé mucho con mi esposa y mis hijos (Federico, de 18 años; y Alan, de 14). Hoy creo que fue lo correcto. Es una experiencia hermosa. Servir al Señor es una gracia que él nos da.

RA: ¿Cuál es su versículo favorito de la Biblia?

RR: Hay muchos, pero tal vez uno de mis favoritos sea el Salmo 19, que habla de la grandeza de Dios en la Creación y en la revelación por medio de su Palabra. Es un pasaje hermoso.

RA: ¿Qué mensaje les puede dejar a los lectores de esta revista?

RR: Los animo a orar y a leer, estudiar, exaltar y difundir la Biblia. Esto no solo va a transformar tu vida, sino también la de los demás.

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  • Pablo Ale

    Es Licenciado en Teología y en Comunicación Social. Además, tiene una maestría en Escritura creativa. Es autor de los libros “¿Iguales o diferentes?”, “1 clic” y “Un día histórico”. Actualmente es editor de libros, redactor de la Revista Adventista y director de las revistas Conexión 2.0 y Vida Feliz, en la Asociación Casa Editora Sudamericana.

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